En julio de 2007 un joven estadounidense de nombre Matthew VanDyke emprendió un viaje en moto de dos años a través de Medio Oriente. Lo que pretendía ser una aventura rebelde para auto-descubrirse y conocer el mundo árabe que tanto lo apasionaba, terminó por transformarlo completamente: arriba de una Kawasaki KLR650 viajó por Marruecos, Mauritania, Túnez, Libia, Egipto, Jordania y Siria; introduciéndose en la cultura y la forma de vida de estos países. Todo lo que le pasaba lo iba documentando con la idea de que en algún momento de su vida se pudiera transformar en una película. Soñaba con eso, porque la realidad es que su poco conocimiento sobre el mundo fílmico lo hacía casi imposible…
Fue durante su paso por Libia donde su cabeza cambió completamente: durante los meses que pasó en el país, por ese entonces gobernado por Muammar Gaddafi, hizo una gran cantidad de amigos que lo hicieron repensar su vida social en los Estados Unidos. Pero la falta de dinero y las trabas migratorias lo obligaron a regresar a su Baltimore natal, aunque en su cabeza siempre añoraba con volver a ver a esas personas que poco a poco empezó considerar su verdadera familia.
Pero la vida de Matthew VanDyke dio un giro aún más trascendental en febrero de 2011. En la ciudad de Trípoli, Libia, se empezaba a gestar lo que fue conocido como la Revuelta del 17 de febrero y que fue parte de la famosa Primavera Árabe. Cansados del manoseo por parte del gobierno de Gaddafi e impulsados por las protestas en Túnez, miles de manifestantes salieron a las calles de la capital del país para exigir reformas políticas y económicas. El régimen de Muammar llevaba 41 años en el poder y las cosas el último tiempo no venían muy bien. La gente empezaba a despertarse y las demandas de cambio comenzaban a tomar color en uno de los países más importantes del Medio Oriente.
Preocupado por la situación del país que adoptó como propio y sobre todo por su querida “nueva familia”, el devenido en cineasta de Baltimore decidió dejar a su novia y su madre para viajar a Libia y formar parte de esta nueva revolución que prometía cambiar el juego en Medio Oriente. Para ese entonces la OTAN todavía no había intervenido en el conflicto y el ejército rebelde peleaba como podía contra las fuerzas de Gaddafi. Obviamente la cosa no venía muy bien…
VanDyke llegó a Trípoli y se encontró con un presente desolador. Guerra civil, muerte, falta de comida y suministros para combatir a un gobierno que parecía tener un solo y claro objetivo: terminar con las manifestaciones a cualquier precio. Y eso, en medio de una crisis, significaba ejecutar a sangre fría.
Quizás acá sirva hacer un pequeño paréntesis para contarle a aquél que no sepa quién fue Muammar Gaddafi, el llamado “Perro Loco de Oriente”. Fue quien comandó la revolución Libia en 1960 y destronó al Rey Idris I del poder, reemplazando la forma de gobierno centralizada y monárquica en la primera República Árabe Libia. Claro, por ese entonces la palabra “cambio” en Medio Oriente significaba otra cosa y los aires de renovación comenzaban a aflorar en un territorio que poco entendía de democracias. Pero quizás ese “poco” fue lo que los hizo volver a tropezar con la misma piedra, y a pesar de que el nuevo presidente cumplió con varias de sus promesas y durante varios años -por ejemplo- empleó una política socialista, su perpetuidad en el poder y sus malos hábitos a comienzos de los ‘90 lo llevaron a la debacle.
Empleó una doctrina socialista llamada la “Tercera Teoría Universal” como alternativa principal al capitalismo y comunismo desplegado en el mundo. Una teoría basada en los pensamientos del Che Guevara y el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, pero obviamente con principios musulmanes sacados del Corán. Muammar gobernó la República Árabe Libia por más de 40 años, hasta que las desigualdades sociales llegaron a un límite absurdo que ni sus pensamientos ni sus dichos lograron sostener.
Una biografía mucho más extensa sobre quién fue Muammar Gaddafi sería necesaria para entender el porqué del levantamiento Libio en febrero de 2011, esto quizás quede para otro momento…
Lo cierto es que Matthew VanDyke volvió a Libia con un solo objetivo: ayudar a sus “hermanos” en medio de esta sangrienta guerra civil que ya era conocida en el mundo como la Primavera Árabe. En medio de una de las tantas luchas que tuvo codo a codo con los rebeldes, el estadounidense fue embestido y perdió la memoria en la ciudad de Marsa Brega. Poco le quedó en la cabeza de ese momento, pero las primeras imágenes que le llegaron una vez que recobró la consciencia fueron dentro de una prisión en la pequeña localidad de Sitre.
Amenazado y torturado por más de 48 horas, VanDyke fue transportado a la Prisión de Maktab al-Nasser, conocida por ser la oficina de la agencia de seguridad interna durante el proceso de guerra civil. Pasó ahí más de 80 días encerrado en una pequeña celda de dos metros cuadrados.
El 24 de agosto de 2011 un grupo de rebeldes irrumpió en la prisión y liberó a todos los presos incluyéndolo a él. A diferencia de lo que cualquiera pensaría o hubiera hecho en su lugar, VanDyke se subió a una camioneta y se unió al Ejército de Liberación Nacional Libio para luchar contra Gaddafi en lo que serían las últimas avanzadas de la guerra civil.
Junto con el ejército rebelde de Ali Hassan al-Jaber Brigade combatió en la famosa batalla de Sirte donde el jueves 20 de octubre finalmente vencieron a las tropas del gobierno de Gaddafi. Tres días después en un acto público en Bengasi, el Gobierno libio declaró que todo el país había sido liberado y anunció la creación de en un Estado democrático basado en la ley islámica. Todo esto con Matthew VanDyke al frente junto a los principales comandantes del Ejército de Liberación Nacional.
Obviamente ese día, o esos meses, cambiaron la vida de Matthew para siempre. De pasar de ser un joven introvertido con poca vida social en la ciudad de Baltimore se transformó en un rebelde combatiendo por la democracia y la estabilidad de Medio Oriente, además de sobrevivir a meses de torturas y encierro. Luchó por esos que él consideraba familia -un término que muy poco entendía antes de emprender ese primer viaje en 2007- y después de volver a Estados Unidos creó la ONG Sons of Liberty International, una organización con el objetivo de ayudar a pueblos de todas partes del mundo que sienten que su libertad y democracia está siendo amenazada.
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