Las series que me marcaron


No soy un gran fánatico de los rankings y para ser todavía más sincero en su gran mayoría me han defraudado. Aunque es verdad que de chico hojeaba sin parar revistas como Rolling Stone o La Cosa y me sumergía en listados con recomendaciones de cine, música y televisión. Me perdía investigando porqué tal serie era la mejor de la historia o porqué ese disco había sido elegido como el más importante de todos los tiempos. Me gustaba comparar la selección de los expertos con mi “ojo crítico amateur” y hasta por momentos los subía a mi ring imaginario y nos boxeábamos hasta definir si Led Zeppelin IV era mejor que Abbey Road, o si El Padrino superaba a La Naranja Mecánica. Eran tiempos donde el colectivo todavía costaba 75 centavos, un disco lo pagabas como mucho diez y la entrada al cine no superaba los cinco pesos. Tampoco existía Netflix, Spotify ni YouTube. Sí, eran otras épocas…

El tiempo cambió y yo también. Hoy ya no aguanto leer a los especialistas dictaminando arbitrariamente y por enésima vez cuál es el mejor disco de la historia de la música. Me dejé llevar por cifras que buceo en Wikipedia y con datos como lo recaudado en la taquillas a nivel mundial -como si eso también definiera si algo es bueno o malo- o las mayores vistas en YouTube. Pero cada tanto me hago un tiempo y me pierdo leyendo recomendaciones de películas independientes, series que no quedaron en el recuerdo de casi nadie o discos que por alguna razón todavía no escuché y debería haberlo hecho. 

A raíz de esta pelea interna con mi yo más adolescente y mi pseudo adulto de treinta años, decidí darle una vuelta de tuerca a mi idea de rankings y quise armar una selección, sin criterio específico alguno, de esas series que me marcaron en algún momento de mi vida. Series que me acompañaron noches enteras, algunas que vi en vivo y una vez por semana, otras que alquilé temporadas enteras en DVD y unas cuantas que encontré en streaming y me hice adicto. 

Si llegaste a leer hasta acá, ya sabés que no se trata de un ranking sino un simple puñado de recomendaciones que te van a ayudar a elegir mejor qué ver cuando andes sumergido en internet o en algún servicio de streaming. Y si ya las viste todas, es una buena forma de apelar a tu nostalgia y recordar momentos donde no existían maratones de fin de semana ni series de media temporada. 

Lost

No hace falta contar de qué se trata ni porqué a mediados del 2000 fue una gran sensación. Ese avión, esa isla en el medio del pacífico, las alternancias de tiempo, los flashbacks, las historias paralelas y el misterio. Todo eso me atrapó de una forma como nunca antes me había pasado con un programa de televisión. Me fanaticé con teorías paralelas, con darle sentido verdadero a un puñado de señales Dharma y de entender el verdadero significado de una historia que hasta el día de hoy sigo sin entender. 

Transitaba esos últimos años de secundaria y cuando podía, que no era siempre, me alquilaba alguna temporada en DVD y me pasaba noches enteras desvelado intentando igualar mi línea temporal con la que se estaba por estrenar en la televisión. Me banqué estrenos una vez por semana y esperar casi un año para ver una nueva temporada. Me fanaticé tanto que me leí La invención de Morel de Bioy Casares esperando encontrar respuestas, estudié a Locke y Rosseau buscando entender a sus personajes y hasta una vez, liberando mi espíritu más cholulo, me colé en el estudio de CQC para conocer a Charlie -que venía a filmar el piloto del programa para Estados Unidos- y Kate en persona y agradecerles con ojos púbers haberme entretenido durante tanto tiempo. 

Si no la viste, no sé qué estás esperando. Si ya la viste y fue hace tanto como yo, te recomiendo que le vuelvas a dar una oportunidad y te pierdas de nuevo en este viaje del Oceanic 815. 

Dexter

El asesino serial que más simpatía me generó en la vida. Un antihéroe frío y sádico, morboso y oscuro, pero con una sonrisa amigable que me hacía ver cada cuchillazo que daba con mucha más empatía de la querida. A Dexter lo conocí gracias a mi vieja, fanática de series policiales, y fue algo así como amor a primera vista. 

Un huérfano empapado de sangre, criado por un padre adoptivo que era policía y que lo educó bajo el lema de la justicia por mano propia. Dexter se transformó en un adicto a la sangre y trabajó como forense en el Departamento de Policía de Miami, oliendo sangre en cada rincón y dejando restos de cuerpos hundidos cerca de la costa del Océano Atlántico. Un asesino con doble personalidad, con un “ying y yang” súper potente que te deja sin aliento y pensando siempre si ese cadáver mutilado merecía terminar en una bolsa de basura a 20 metros bajo el mar. 

Mr. Robot

Tiene algunos de los mejores capítulos que alguna vez vi en una serie. Una mezcla de 1984 de Orwell, con tintes de El Club de la Pelea de Fincher y ese nosequé del futurismo apocalíptico de Blade Runner de Ridley Scott. Sí, una ensalada adictiva, que tiene como espíritu la tan ansiada revolución moderna hacker de Anonymous y el fin del mundo como lo conocemos. 

Mirando Mr. Robot me encontré adentro de la cabeza de Elliot Alderson como nunca antes me metí en la cabeza de un personaje. Lo quise y lo odié, lo entendí y lo critiqué, lo imité y por momentos hubiera querido que todo le salga mal. Eso es Mr. Robot, el constante ying yang de la vida moderna. Querer ser héroe y villano, no creer en el capitalismo y caminar con las Adidas nuevas, confiar en la democracia y votar siempre a los mismos. 

Si no la viste, te recomiendo que la empieces y la termines aunque por momentos se ponga densa. Es, al fin y al cabo, una obra de arte de la ciencia ficción moderna. 

Arrested Development

Me acuerdo que me alquilé las primeras tres temporadas en el local de DVD’s cerca de mi casa por recomendación de su dueño y sin entender muy bien lo que me estaba llevando. Me dijo, como buen amante de las producciones de culto, que me iba a reír de la ironía y que por momentos no iba a entender como una serie así había salido al aire en algún momento. Tenía razón, la familia Bluth y su decadencia fue de las cosas que más risa me hizo en la vida. 

Intentaron rescatarla en Netflix con dos temporadas más intrascendentes y haciendo uso del humor que tanto la caracterizó, pero esta vez acomodado como un Big Mac en McDonald ‘s. Pero a pesar de esos dos tropiezos, Arrested Development con todos sus grandes personajes es ideal para levantar uno de esos días bajones que no sabés qué más hacer con tu vida. Un gran y simpático delirio. 

Community

Ahora que está en Netflix y Amazon ganó el reconocimiento que quizás hace diez años no tuvo. Una mezcla perfecta entre esa historia universitaria clásica pero con el giro lógico de una serie que en realidad no tiene nada que ver con ese estereotipo. Los protagonistas, un grupo marginado de adultos que empieza a estudiar en la universidad de Greendale, forman un grupo de estudio de español pero terminan siempre en cualquiera cuando tienden a agarrar un libro. 

Y aunque de más está decir que puede pasar desapercibida como cualquier sitcom actual, Community eleva un nivel más el género haciendo pequeños homenajes a grandes y recordadas películas y series de la historia. Capítulos enteros dedicados al género policial o la ciencia ficción, siempre con Abed a la cabeza y varios guiños a clásicos que marcaron a generaciones. 

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