Cuando era chico yo no era feliz.
Crecí pensando que por ser yo mismo muchas cosas malas me iban a pasar.
Cuando tenía 6 años, comenté en mi clase de inglés que me gustaban los hombres. Aunque para mis compañeros fue un comentario más, mi maestra se encargó de hacerme sentir que eso estaba mal. Se río y me expuso como un raro delante de todos.
Ese día entendí que si quería que me respeten lo mejor era callar.
Para colmo, en esa época (principios de los 90) los medios se encargaban de mostrar un estereotipo con el que no me sentía representado y hasta le quería escapar.
Como el personaje de Fabián Gianola en Los Benvenuto, que todo el día se le tiraba encima a Francella; Ricky y Tadeo en Verano del 98, que vivían su romance con culpa; o Tom Hanks en Filadelfia, que termina muriendo de sida.
Parecía que si quería ser yo mismo mi destino era la burla, el estigma o el cajón.
Para colmo, aunque mi familia siempre fue bastante abierta, comentarios semi homofóbicos nunca faltaban en una navidad, día de la madre o hasta en mi propio cumpleaños.
Pasé mi adolescencia escondido.
Un día fui al médico porque me dolía absolutamente todo. Muy sabiamente me dijo que mi mejor remedio iba a ser un buen psicólogo.
Le hice caso.
En la intimidad del diván, me di cuenta que la única forma de ser feliz iba a ser siendo yo mismo.
Una noche en casa, después de una sobremesa larga, les dije a mis viejos que quería hablar.
Miré a mi papá y le dije las dos palabras que siempre temí pronunciar: soy gay.
Mentiría si dijera que en el fondo no esperaba la respuesta que obtuve.
Se largó a llorar.
Después se paró, me abrazó y me dijo que siempre me iba a amar.
De eso pasaron casi 10 años.
Hace poco conoció a mi novio.
Fue algo que de chico pensaba que nunca iba a pasar.
Mientras estábamos en el living cenando los 3 me acordé de esa profesora de inglés.
Para mis adentros me reí de ella y de todas las personas que no dejan que los chicos sueñen con ser felices viviendo su propia identidad.
La homofobia pasó de moda

No Comment