Por Carla Andriossi
Una cosa es estar soltera y otra muy diferente es ser soltera. Nos vamos a concentrar en la segunda, en esa amiga que nunca llegó a formalizar, la hija que nunca trajo un novie a casa, la tía que nunca trajo un tío a sus sobrines (aunque sea provisorio).
Hay dos tipos de representaciones en el inconsciente colectivo y como buena millennial argenta voy a usar a Los Simpsons. Están las divertidas, las “ahora no, estoy muy borracha” y las solteronas, las famosas señoras de los gatos. Probablemente se me escapan muchos estereotipos pero creo que estos dos son los más replicados.
El primer paso es sentir aversión hacia tener pareja, puede ser provocado por el miedo, por un trauma, por un particular asco a lo cursi o por una primera experiencia amorosa que te haya dejado el corazón en pedacitos, pero este paso es fundamental ya que va a ser la causa para poner un freno a cada oportunidad que se presente con las excusas más ridículas, como ser, es muy meloso, es muy distante, no estoy para esa, no le gustan Los Redondos, no me dejan mis papás, mi amor es el mar y una larga lista de razones que podrían ser muy válidas si no fueran por lo que las ocasiona: el autoboicot.
Una segunda instancia podría ser disfrutar de tu vida sexual, mi ciela, porque soltera pero no solitaria. Pues a todas nos gusta el sin distancia y de paso seguimos persiguiendo nuestro objetivo porque el fin último sería las consecuencias de ello. Acá es donde tenemos que soportar con la frente en alto que nos digan garchecito, a esta se la cogieron todes, putita, esta sirve sólo para garchar y un sin fin de etiquetas de personas que viven en el medioevo, y tenemos que saberlo, son más de las que creemos (además de, lamentablemente, otras mujeres que nos tienen recelo y bronca).
Ahora sí, ya no tenemos que hacer demasiado porque todo se va dando solo, la gente se ocupa de hacernos la fama, nosotras vamos teniendo un autoestima cada vez más pisoteado y nos empezamos a fijar en lxs tipxs más miserables que podemos porque así nos sentimos, entonces se vuelve prácticamente imposible entablar una relación sana y finalmente logramos nuestro cometido.
Ahora, con todo lo que fui diciendo pareciera que la vida de nosotras, las solteras, es una desdicha, pero cuando hacemos conscientes todos estos pasos, es cuando mejora. Es cuando nos damos cuenta de que no nos define el qué dirán, que nuestra autoestima trepó a la terraza y que no hicimos más que crecer como personas, que aprendimos a ser independientes y que nunca llevamos a casa a una persona inmunda que luego iba a ser un ex detestable. Es cuando entendemos que todas esas comedias románticas no son nuestro estilo de vida y que al menos no perdimos el tiempo buscando una media naranja inexistente toda nuestra juventud pero sabemos que le sacamos el jugo a varias.
No Comment