Cuando arrancó el tercer milenio de este querido mundo occidental, el lado oscuro me envolvió tanto que se transformó en una gran luz que me cubrió y me mostró un nuevo camino.
Yo tenía por entonces unos 12 años y un compañero fiel que me seguía por toda la casa y también cuando salía. Un objeto que aunque parezca mentira hoy en día para la gente es retro o vintage, o viejo y choto. Pero en ese tiempo yo no me despegaba de esa especie de waflera portátil. El discman era para mí una extensión de mi cuerpo, sobretodo en esos momentos en que buscaba desconectarme. Ahí escuchaba discos de Los Stones, Los Redondos, La Renga, Los Piojos, Los Beatles (Revolver se había vuelto una especie de adicción), entre otros. Pero sin dudas cuando pienso en esa época, siempre se me viene el mismo recuerdo, el mismo disco, que si bien había salido hacía 27 años, para mí era el futuro.
Ya desde el momento en que vi la tapa, supe que Dark side of the moon no iba a ser un disco común. ¿Qué significaba ese arcoíris atravesando un triángulo y perdiendo el color, sobre un fondo negro? Era por demás enigmático, no mostrar a la banda, ni el nombre, solo ese dibujo contrastando el color y la oscuridad, la brillantez volviéndose opaca o al revés, la búsqueda de un halo de luz desde lo más negro. Y claro, el nombre, el lado oscuro de la luna. ¿Pero acaso toda la luna no es oscura? Es el mismo sol quien la alimenta. Pero deja una parte en las sombras. Hay algo que no vemos, que está pero no lo podemos ver. Hay una parte de esa luna que se nos muestra misteriosa y que nos llama la atención.
Posiblemente, por vivir en una casa llena de hermanos mayores amantes de la música, ya lo hubiera escuchado anteriormente. Pero no con el detenimiento que lo hice entrando en la adolescencia. En esta etapa de sufrimiento, de cambios hormonales y de rebeldía exacerbada, el viaje de Dark side of the moon me sirvió como un bálsamo para encauzar tanta efervescencia. Para irme un rato a navegar tierras extrañas. Ya desde el comienzo, con esos ruidos raros y esas risas malvadas que le daban paso a un par de gritos y anunciaban que de esto se iba a tratar la cosa. Respirá, te decía, respirá y también aprovechá para correr, y si en una de esas podés volar, no dudes en hacerlo. Y yo volaba, flotaba de a ratos, y caía a veces cuando la máquina me chupaba y cuando el tiempo se me venía encima. Tic-tac, tic-tac y el túnel cada vez más oscuro, y los tambores envolviéndome la cabeza y el cuerpo, agarrándome como a un niño, llevándome al ritual para después liberarme y volver a volar. Volar como gritos por el cielo hasta alcanzar el silencio. Y después del silencio, caer, a la tierra otra vez a los mismos dioses de todos los días, a las mismas miserias de siempre. Un baño de realidad dentro de un viaje místico. La plata como motor egoísta del hombre, la guerra, las guerras, las tuyas y las nuestras, las envidias y los odios. Y un solo de guitarra inolvidable que le daba paso a mi canción favorita del disco, Us and Them. Pocos momentos musicales me emocionan tanto, aún hoy en día, como ese estribillo lleno de luz, llenos de voz, lleno de gente. Después un poco de instrumental, un impasse, una tregua por favor, algo que no me haga pensar tanto y que me lleve unos minutos sin turbulencias. Porque claro, después vendrá el final. Y vendrá con todo. Llegué hasta acá, y si llegué y lo soporté, ya también soy parte. Mi cerebro y yo. Acá estamos, todo lo que veo y toco, y amo, y todo, ya es parte de ese lado oscuro. Y llegué, y me di cuenta de que era como lo pensaba. Que realmente no había un lado oscuro, sino que toda la luna era oscura. Pero ojo, también entendí que sin oscuridad, no existiría el brillo.
En el 2007, tuve la suerte de ver esta obra magnífica en vivo, y el viaje fue aún más intenso y conmovedor. No recuerdo si era una noche de luna llena o nueva, pero si como brillaba su lado oscuro desde el escenario, como nos envolvía a todos los que estábamos ahí.
Pasarán los años, y también tecnologías, y ya quizás no se harán más discos. Ya casi ni se hacen, y admito que soy de esos que exprime todos los nuevos servicios de música fácil y en modo random. Pero recomiendo que de vez en cuando se tomen ese tiempo para ponerle play a esta obra maestra y se sumerjan en su viaje. Porque por más viejo que pueda llegar a ser, Dark side of the moon seguirá siendo siempre el futuro.
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