Hoy no me gustó el fondo de pantalla


Hoy no me gustó el fondo de pantalla que me ofreció Windows.  Linda selva, un puente rojo y  un río rocoso con poca agua. No creo que se pueda pescar y seguro no te podés tirar de cabeza. Esta vez me decepcionó un poco.

A veces me salta el de los árboles con forma de bala flaca y alargada, que se alinean perfectamente al borde de un camino zigzagueante entre lomas verdes. Por lo que guglié parece que es La Toscana en Italia, lo cual me hace pensar que en la bajada de alguno de esos montes está Francesca, una vieja tana, que me va a abrir las puertas de su casa para que coma la mejor lasaña de mi vida con un vermú de acompañante.

Todos los fondos que tienen agua y montaña me vuelan la cabeza. Desde las playas rodeadas de morros verdes con un mar alucinante y atardeceres que para mí no existen, hasta esas donde predomina la nieve y el lago está tan frio que podría matarte en 30 segundos si te pinta nadar un rato. Me imagino ahí, tomando un whisky o un mate con Roni y el Gusano charlando de lo buena que es la provoleta o de si San Lorenzo es más grande que Racing.

También me hacen flashear las del desierto. La Biblia y algunas películas me hicieron creer que el desierto es un lugar hostil y lleno de muerte, donde voy a desvanecerme de sed y los pájaros van a comer el resto de mis riñones, si es que el fernet dejó algo. Pero esa inmensidad de arena ondulada y un alucinante camello – sí, son geniales, tienen jorobas que están cargadas de agua,  y su cara es extremadamente graciosa- paseando por ahí me llaman mucho la atención.  Ya que soy periodista estaría piola que Canal Encuentro me llevara en un helicóptero y me deje ahí unas horitas para poder explicarles con más claridad lo que es ver bajar el sol al lado de un camello rodeado de miles de kilómetros de médanos anaranjados.

Mabel me putea para que le pase el Excel con los horarios de visitas que tenemos hoy. Abro mi usuario y busco los datos necesarios para pasearme por la ciudad mostrando departamentos. Es imposible alquilarle a alguien el tres ambientes de Monroe y Crámer, odio mentirle a la gente. Me miro en la pantalla y me arreglo el cuello de la camisa. Mabel me pasa las llaves y  me dice que me tengo que arreglar la barba. Pienso en qué lindo sería mirar desde el puente rojo esa poca agua deslizándose entre las rocas aunque no pueda tirarme de cabeza.

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