Nuestras redes sociales amanecen con un cuarto de nuestros “amigos” diciendo su nombre y preguntándose por Santiago. Otro cuarto hace lo mismo pero le agrega los nombres de otras persona desaparecidas en democracia: Luciano Arruga, Iván Torres Millaruca, Julio López o Marita Verón. Y la mitad que queda, nos informa sobre sus viajes, hijos o el fin de semana.
Los que conforman la primera mitad de contactos, discuten entre ellos y se acusan de ser funcionales con su posteo a algún gobierno.
Los políticos aprovechan el clima PASO y hacen lo mismo.
Lo cierto es que mientras todos discutimos sobre quién es más malo que el otro, un chico de 28 años sigue estando desaparecido. Y es eso lo único que debería importarnos ahora.
Lamentablemente vivimos en una época donde el Boca-River llega a lugares impensados.
De a poco nos estamos creyendo que realmente somos enemigos, solo por haber votado o apoyado a alguien. No nos damos cuenta que los únicos que se benefician con esto, no somos nosotros.
El reclamo de que aparezca Santiago es justo y su desaparición no es culpa de los votantes de este gobierno. Como tampoco los votantes del anterior gobierno son culpables de las desapariciones que hubo en esa época. Esta famosa “grieta” no puede, y no debe ser funcional a cada cosa que pasa en nuestro país. Sobre todo cuando se trata de una persona de carne y hueso como nosotros, una persona que no está y que es llorada por su familia y amigos.
A fuerza de hashtags y posteos nos estamos peleando entre nosotros mientras ellos siguen sin tener noticias de Santiago. O de Julio, o de todos ellos que tristemente han dejado sus cuerpos para convertirse en banderas. En contra de su voluntad.
A veces pareciera que no nos interesan estos nombres, que lo único que queremos es que con la vida de estas personas pase lo que políticamente creemos que nos conviene. Por supuesto que no hay que meter a todos en la misma bolsa, que seguro son muchos los que realmente lo hacen de corazón. Pero en estos tiempos que corren, es casi imposible no imaginar que el oportunismo político está a la orden del día de las redes sociales. Y hasta algunos buscan ser creativos y hasta “graciosos” en sus declaraciones, cosechando así mejores “amistades”, quedando bien con esa chica que le gusta, o simplemente haciendo enojar al tío.
Si todo sigue igual, y ojalá así no sea, el primero de septiembre se va a cumplir un mes de la última vez que vieron a Santiago. Intentemos que no pase un mes más con nosotros debatiendo sobre qué nombre es más importante.
Y si una situación similar vuelve a pasar, que esta vez no nos encuentre ametrallándonos entre nosotros a posteos, que nos encuentre tirando para el mismo lugar.
La vida debe valer lo que vale una vida, para cualquiera de nosotros, y tenemos que ser responsables sobre lo que decidimos decir.
Entonces la vida de alguien nunca debe ser una excusa para pelearte con el que está en frente. Porque mientras tanto, Santiago, Julio, y otros tantos, siguen sin poder leernos, siguen desaparecidos. Siguen siendo devorados por los de afuera, como decía Martín Fierro.
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