De la nada te llega un mensaje que te dice que a partir de febrero WhatsaApp va a recopilar toda la información de tus mensajes, contactos y ubicaciones “para operar, proporcionar, mejorar, entender, personalizar, respaldar y promocionar todos sus servicios”. Te aclara que va a ser una combinación con sus otras aplicaciones, como Facebook e Instagram, y que lo van a hacer en pos de mejorar tu experiencia…
Al mismo tiempo, desde el otro hemisferio los dueños de las redes sociales más importantes anuncian que, por “incitación a la violencia”, deciden suspender las cuentas de Trump en Facebook, Twitter e Instagram. ¿Censura o hecho histórico?
Esto se da en el marco de la “toma” del Capitolio por parte de un grupo de seguidores del ex Presidente de EEUU e impulsados por una teoría conspirativa conocida como QAnon que habla de un supuesto grupo político superpoderoso comandado por Obama, Clinton y Soros -y que, entre otras cosas, son parte de una red de tráfico sexual de niños en todo el mundo. ¿Creer o reventar?
Hace unos años nos enteramos que Facebook había dado todos nuestros datos personales a Cambridge Analytica, una agencia que buscó moldear y manipular nuestros deseos y pensamientos para incidir en elecciones en todo el mundo.
Poco menos de un mes antes de las últimas elecciones de EEUU, el Congreso cuestionó a los dueños de Twitter, Facebook y Google sobre las medidas que tomaron para proteger la información electoral. La censura, la desinformación, las cuentas falsas, los grupos conspiranoicos y los anuncios partidarios fueron parte de una gran ensalada que terminó hace una semana con un tiroteo en el Capitolio.
En octubre del año pasado, Netflix estrenó El dilema de las redes sociales y el mundo pareció alertarse de que nuestros datos están siendo usados por las principales empresas de comunicación para vendernos servicios tanto tangibles como intangibles. Una tele 4K, la nueva camiseta del Barcelona o un ideal capaz de derrocar a un presidente en Medio Oriente o justificar la próxima bomba en Siria. Todo esto contado por quienes en su momento crearon la tecnología que hoy permite que esto nos pase. Algo así como la ironía justificada de quien fabrica el arma pero no la dispara.
¿Por qué te cuento todo esto ahora? Porque más allá de la lectura que puedas hacer de las últimas medidas tomadas después de los incidentes en el Capitolio y de las nuevas políticas de privacidad de WhatsApp, hay una sola cosa que nos va quedando claro: vivimos en un mundo cada vez más dependiente y moldeado por las redes sociales. Donde la censura, la desinformación, la violencia, la manipulación de datos y personas, ya son moneda corriente. Porque aunque tratemos de escondernos o escaparnos, el Gran Hermano ya nos está mirando.
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