Ya casi no es ilegal cultivar marihuana en tu casa y usarla en un preparado, como hacía nuestra abuela con la manzanilla o el boldo. Casi, porque antes hay que pedirle permiso al Estado y demostrar que vos o alguien más lo necesita. Y no para distraerse…
Aunque esto siga pareciendo un disparate, no se compara con tener a la policía persiguiendo y encarcelando cultivadores, en lugar de estar haciendo lo que saben hacer. Durante casi cincuenta años, así fue.
La primera prohibición efectiva de la marihuana en nuestro país, se publicó en el año 1974 con la ley 20.771 –hubo una anterior en 1926, pero fue derogada porque se dictó durante una dictadura. El impulsor de la misma fue el ministro de bienestar social, José López Rega, ex suboficial de la policía y creador de la triple A: Alianza Anticomunista Argentina.
Aquella prohibición fue consecuencia de la convención única sobre estupefacientes de 1961, un tratado internacional entre 185 países que se comprometieron a reestructurar sus marcos legislativos, para adaptarlos a los principios que en ella se citaban. Entre las definiciones más perjudiciales de esta convención hubo dos que destacaron. Por un lado, el inicio de la fiscalización de ciertas materias primas (o sea plantas: Cannabis, Adormidera y Coca) y por otro, la ubicación de la marihuana en la lista IV –la más restrictiva- de sustancias controladas, que responde al título de “sustancias altamente peligrosas y con valor terapéutico reducido”.
La convención, a su vez, fue consecuencia del esfuerzo y la presión que EEUU hizo desde principios del siglo XX por estigmatizar y criminalizar a todos las facciones que ellos sentían que eran un peligro para los valores de la sociedad: negros, mexicanos, comunistas, etc. Estos grupos, pueden sumarse a la lista de damnificados por esta insensata prohibición, junto con las miles de personas que sufren de: epilepsia, parálisis cerebral, parkinson, alzhaimer, ansiedad, etc, etc, etc..
Ahora, desde Noviembre del 2020, con la reglamentación de la ley 27.350, se ha solucionado una parte fundamental del problema. Solo falta un pasito. Esperemos, que el año que viene a las cuatro y veinte, podamos quemar tantos años de discriminación e intolerancia, en la pipa de la paz.
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